jueves, 17 de junio de 2010




¿Quién no se acuerda de su primer beso? ¿Quién no se acuerda de su último beso? ¿Quién no recuerda esos besos que dio en el camino?
Esos besos raros, besos con historia, besos que tardan en llegar o besos que no llegan nunca. Para mí los imposibles de olvidar, además de los de Mar, son los besos inesperados.
Los besos transforman todo, son como una barrera, un muro que cruzas sin saber que te vas a encontrar del otro lado. Se te acelera el pulso como si el beso fuera la represa que se abre para dejar que un rio de sensaciones te recorra. Los besos no se dan con la boca, los besos se dan con todo el cuerpo. Los besos se dan con la memoria.
Los besos son puentes que unen territorios imposibles, son la prueba que nuestra alma necesita. ¿Técnicamente que es un beso? ¿Dos bocas que se juntan? ¿Respirar el mismo aire? ¿Eso es un beso?
Hay besos que no deseas, o no esperas, pero que llegan y no te sorprenden. Lo que te sorprende tal vez es que no sabes cómo ni por qué, pero te empieza a gustar. Eso sí que es inesperado.

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